Sin perjuicio de la libertad de concurrencia, la lucha por la conquista del mercado tiene que ser leal. Cada empresario tiene derecho a ampliar el ámbito de sus negocios y el círculo de sus clientes aunque con ello perjudique a otros; pero la ley procura que esa competencia, aunque no viole ninguna prohibición, no sea incorrecta. La competencia ilícita o desleal (en el sentido estricto del término) es reprobada por la ley por no respetar el mínimo de honestidad y "juego limpio" que debe presidir la lucha comercial.
Fuente:
Derecho Mercantil, Rodrigo Uría, páginas 67-68.